Su nombre rinde homenaje al antiguo arte nazarí de la seda, una tradición que marcó la historia de Granada entre los siglos XIII y XV. Durante ese periodo, este cortijo fue un enclave importante dentro de la cultura agrícola y artesanal ligada a la seda, y todavía hoy esa herencia se percibe al pasear por la finca, entre antiguas estructuras rurales y el susurro del olivar.

Los espacios comunes reinterpretan la arquitectura andalusí con una mirada contemporánea: patios abiertos, albercas que reflejan el cielo y zonas de sombra cuidadosamente pensadas para favorecer la contemplación lenta. Nada es casual. La orientación, los materiales, el juego de luces y la armonía con la tierra han sido diseñados para ofrecer una experiencia de descanso auténtica, donde tradición y elegancia actual conviven en equilibrio.

Uno de los edificios más emblemáticos es el antiguo secadero, construido en 1890 y hoy restaurado como espacio para eventos, reuniones o coworking. En él se conserva la esencia de la vida rural, integrando muros y techos originales con gestos contemporáneos que realzan su carácter histórico sin diluirlo.

Las habitaciones, luminosas y silenciosas, invitan al descanso profundo. Despertar temprano, cuando la luz entra suavemente y todo permanece en calma, o dejarse llevar al final del día mientras el cortijo se recoge en silencio, son algunos de los momentos que más valoran quienes se alojan aquí.

Los huéspedes suelen describir una sensación inmediata de serenidad al llegar, destacando el cuidado por los detalles, la belleza del entorno y la atención cercana y discreta. Durante la estancia, el desayuno se convierte en uno de los rituales más apreciados: pausado, delicioso y pensado para empezar el día sin prisas. Al marcharse, muchos hablan de una experiencia auténtica y diferente, de esas que dejan huella y a las que siempre apetece volver.

Especial mención merecen los atardeceres entre los viñedos, con el Secadero al fondo, la Alhambra recortándose en el paisaje y Sierra Nevada a lo lejos. Instantes que se viven despacio y se recuerdan durante mucho tiempo.

Cortijo de la Seda es, en esencia, un lugar para parar, respirar y habitar el silencio. Un refugio de lujo tranquilo donde la memoria andalusí dialoga con el confort contemporáneo, creando una experiencia de descanso profunda y sincera.

*Este alojamiento pide dos noches de estancia mínimas.

**Este alojamiento no admite niños menores de 16 años.

***Este alojamiento no puede alquilarse de forma completa.

****Este alojamiento cierra el mes de noviembre.